Isaac Abravanel

lunes, 16 de marzo de 2009

Seguimos recordando la expulsión de los judíos de España en 1492, uno de los episodios oscuros de nuestra Historia, considerado por el pueblo judío como una de sus peores tragedias antes del Holocausto de la Segunda Guerra Mundial ya que no solo fueron expulsados cien mil judíos de los Reinos hispánicos sino que de los que se quedaron, muchos perecieron a manos de la Inquisición de Torquemada, obsesionado con la falsa conversión al cristianismo que se propuso perseguir y castigar de modo ejemplarizante, contribuyendo a crear la famosa Leyenda Negra de la Historia de España, junto a los desmanes cometidos en el Nuevo Mundo con los indios a los que se diezmó sin que se le pusiera remedio desde la Metrópoli. La expulsión es recordada con amargura por los judíos sefarditas, que aún conservan las llaves de sus casas en la soñada Sefarad.  

Evidentemente, la Historia de España es mucho más que masacres y torturas y de hecho, ningún País se escapa a semejantes acusaciones puesto que todos han tenido su particular "Leyenda Negra", pero es labor obligada del historiador honesto y profesional relatar lo positivo y negativo de un proceso histórico, sea de la índole que sea, analizarlo debidamente y sacar a la luz la verdad sin maquillajes interesados. 

En el siglo XV, la Toma de Granada fue posible gracias, en gran parte, a la experta e inteligente administración judía de los recursos militares de los Reyes Católicos. Sin embargo bastó una peregrina excusa de Torquemada de que los judíos eran los culpables de la muerte de Jesucristo para que unos monarcas obsesionados con la unión total y absoluta de todos los reinos peninsulares accedieran a expulsar a sus leales servidores judíos. Desde la perspectiva de los Reyes Fernando e Isabel, la única religión que podía unir a todos los pueblos de la Península Ibérica era la cristiana, ya que era la más extendida y profesada (algo parecido a lo que Constantino hizo en el siglo IV al declarar al cristianismo como religión imperial; se trataba de la que reunía en ese momento los requisitos idóneos para contribuir a la unión cultural, religiosa y política del Imperio Romano). 

Por lo tanto, la verdadera razón de la expulsión de los judíos fue política, si bien la excusa que adoptaron fue la explicación de un fanático religioso como era Tomás de Torquemada, un hombre obsesionado que sospechaba de todos y que llevaría a la muerte a 3.000 personas, causando horribles heridas por torturas a otras 10.000 amén de los procesos contra conversos y herejes que afectaron en mayor o menor medida a más de 100.000 hombres y mujeres, algunos demasiado jóvenes com para darle tiempo a conocer los dogmas de fe de la religión católica. 

Uno de los hombres que más sufrió las persecuciones, desplantes y desprecio de los reyes a los que sirvió lealmente, fue Isaac Abravanel, un sabio judío y rico comerciante que sin embargo tuvo que huir de todos los lugares en los que vivió siendo su único pecado ser leal a su señor, fuera quién fuese. Le condenaron a muerte "in absentia", le expulsaron de su casa y de su tierra, le quemaron su hogar junto a su extensa y valiosísima biblioteca y para colmo de males, aunque ya póstumo, el cementerio en el que sería enterrado fue saqueado con lo que se desconoce donde se encuentran sus restos mortales. 

Conoced la historia de Isaac Abravanel, justo entre los justos, valiente y decidido, que no dudó en recriminar a los reyes Católicos su actitud equivocada al firmar el Edicto de Expulsión de los Judíos en 1492 y que a pesar de ser defensor de una cosmogonía angélica y profética que le llevaría incluso a predecir el Apocalipsis para los primeros años del siglo XVI, nunca se dejó cegar por sus creencias cuando trabajaba como asesor financiero, su verdadera profesión, en la que demostró ser uno de los mejores administradores y gestores de la Historia, adelantado a su tiempo. 

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