El Club de la Historia se adhiere a la Red SAFE WORLD convirtiéndose en uno de sus recursos propios uniéndose nuestro equipo a esta gran aventura virtual de acopio de documentación y análisis de los aspectos que han marcado tanto a la Historia de la Humanidad como a nuestro presente

Carlos V, Señor de Occidente

martes, 28 de octubre de 2008


En el año de Nuestro Señor de 1500, como dirían entonces, nacía el futuro emperador Carlos V de Alemania. Pocos hombres en la Historia han heredado tantos territorios y fortuna. De su padre, Felipe el Hermoso, de la poderosa familia de los Habsburgo, hereda Austria, Borgoña, Luxemburgo, Brabante, Güeldres, Limburgo, El Tirol, Artois y Flandes y de su madre, Juana, apodada “la loca”, Castilla y Aragón, ahí es nada, con las posesiones aragonesas del Mediteráneo y las castellanas de América y África. Por si fuera poco, su abuelo, Maximiliano, fue emperador de Alemania por lo que luchó y pagó por sus derechos al trono del Sacro Imperio Romano Germánico, cuyos dominios expandió realizando más conquistas para mayor gloria del emperador (formula que utilizaban sus conquistadores) o para mayor gloria de España, si bien, la verdad es que las cortes de Castilla nunca vieron con buenos ojos ni al emperador ni a sus influyentes consejeros flamencos quienes, a su vez, veían a los españoles como hombres atrasados y fanáticos dominados por la superstición. De hecho, es de suponer que un humanista como el emperador Carlos, utilizó la religión como una herramienta práctica de unificación de sus territorios, como 1.200 años antes hizo otro emperador, Constantino. Si luchó contra los protestantes fue porque les consideraba rebeldes, no porque estuviera literamente en contra de sus planteamientos. Él pensaba que la unión de Europa podía realizarse bajo un solo emperador y no quería fisuras, como la que suponían los seguidores de Lutero y Calvino. Si las permitía, pronto surgirían otras y el imperio se desmembraría. Soñaba con un Imperio Universal, más grande y poderoso que el romano, que era todavía entonces la referencia imperial que seguían teniendo en Europa. El Sacro Imperio Romano era un recuerdo centro europeo de aquel. Carlos I de España tenía ahora en sus manos la posibilidad de unir de nuevo Europa entera. De momento, la parte occidental ya era, por herencia, practicamente suya, excepto el pequeño reino de Inglaterra y fácilmente controlable (Enrique VIII no le inquietaba lo más mínimo) y el incómodo reino de Francia, pues su soberano, Francisco I, contestaba con su arrogancia al poder imperial.

Leer más

0 comentarios: